Voy en los huesos por arterias de cuarzo líquido, hacia el final del suicida sin prisa.
Mis vestidos simbiotizan lluvias delgadas, y del pelo se labra un humus de sutiles fragancias.
Vacío de sentires es el destino. Pero mis manos se aferran a la lógica de manicomios, el objeto de los deseos.
Cuando con la boca indago los aledaños en busca del sabor que restituya una exhausta memoria.
Difumino en volutas al viento que circundan la mente.
Las horas a granel se cuelan sin yo darme cuenta