angelcesar

Nube blanca

NUBE BLANCA

Con los ojos clavados en el vidrio agrietado
pidió a una nube blanca que andaba solitaria
atravesara un cuásar, aquél más obcecado,
y traiga de su viaje la calma refractaria.

Apretando sus labios y el índice montado,
sin despegar la vista, siguió con su plegaria
rogándole a la nube que había dibujado
la imagen de la muerte apenas embrionaria.

Lenta se desplazó con rumbo a la entropía
y allí se disipó con cierta cofradía
envuelta entre unas sombras matando la ilusión.

Ubérrima volvió, y al ver que aparecía
entre una masa oscura, parece lo sabía,
cerró sus ojos claros y entró en la cerrazón.