Theo Corona

Alondra siempre amada

 

 

Alondra siempre amada

La alondra colirrufa 
Que a mi ventana alcanza
Observa desde lo alto 
Sus pedrales nidos,

Que en dura lucha 
Conquistó afanosa
Igual que yo al robar...,
Los besos de mí siempre amada.

Su extravagante canto,
Pizpireta y extendido,
Al despuntar el alba marmolina 
Alégrame todo el camino...;
Haciéndome soñar embebido
En largo paso caminante 
Por las vastas y sedientas veredas
De brazo de mí siempre amada.

Luzco mis inspirados sanchos 
Herencia del hidalgo lirio...,
Viendo desde ya en lontananza
La humeante chimenea del rastrillo.
Son los ondulantes dibujos divertidos
Que indícame sin duda vacilante,
Los cercanos suspiros anhelantes
Y los redondos senos, de mí siempre amada.

Cómo he de tararear alondra mía
A la lejanía ida y ya olvidada...;
Haz de prestarme tu hermosa sinfonía
Para entonar cánticos agraciados,
Que rebasen tras el aceituno viento
El límpido y alegórico estribillo 
Que bridar quiere mi hada...,
A la doncella que es mi siempre amada.

Autor: Theo Corona

 

Esta entrada la quiero dedicar a esta interesante especie a la que habitualmente, cuando salimos al campo a pajarear, la detectamos antes por su vehemente y mantenido canto que por la vista.

La Alondra común, una especie de ave paseriforme perteneciente a la familia de los aláudidos (alondras, terreras, calandrias y cogujadas) de la que si hubiera que destacar alguna característica peculiar, tal vez la más representativa sería la de su increíble vuelo ascendente en espiral, mientras entona sus sonoros trinos y gorgojeos de una forma repetitiva y sostenida, hasta que casi la perdemos de vista. 

Una vez que llega a una altura considerable que puede alcanzar hasta los 100-150 m y siempre sin parar de cantar (entre 5-15 min de canto sostenido) en un tono muy alto, se cierne batiendo a intervalos las alas o planeando, para posteriormente y sin parar de cantar, iniciar un vertiginoso descenso en espiral, hasta que en los últimos metros, guarda silencio y toma tierra, permaneciendo inmóvil y perfectamente mimetizada en el entorno, dado su críptico plumaje.

 

Este poema es una apretada síntesis  que destaca ese fino canto que escuchamos los enamorados, valga decir los poetas…



Madrid, 2007