Goza vida mía de los sueños que te quedan
que alguno llegará para dejarte probar su miel,
tan dulce como el roce del amor en los labios,
tan feliz como la palabra que desnuda un poeta.
Vive con la esperanza del tiempo sin manecillas.
Eterno, como el día de una flor del desierto.
Eterno, como las gotas del tembloroso rocío
que duermen sin haber visto morir al sol.
Búscate en ese minuto de ausencia.
Tal vez puedas hallar a la que dejaste ir
y tomar su mano para que te lleve a donde
puedas llegar a ser la que tú siempre quisiste ser.
Y en un pedazo de cielo atado a la tierra,
puedas afincar tus posesiones más valiosas.
Tu cuerpo por ejemplo, que madura los veranos
y los blancos inviernos, que abrigan tus deseos.