El viento fresco
refresca los sentidos,
salvajemente.
Arde la cara.
por culpa del nordeste
y del salitre.
Voy a tu lado.
Me llevan las gaviotas,
no sé volar.
Y te recito
los versos y poemas
que me pedías.
Son poca cosa,
migajas del romance
de un marinero.
Perdió su barca
y culpa a la galerna
y el temporal.
Y la promesa
de boda y de familia
se tambalea.
No tiene nada.
ni barca ni dinero,
solo su fe.
Y aquella niña,
que nace en el romance,
muere de amor.
Rafael Sánchez Ortega ©
08/04/20