Veintiocho versos he tejido
con los algodones del cielo,
a la familiar que he querido
como la brisa del riachuelo.
Y le celebro con mis versos
muy alegre su natalicio,
con los sentimientos inmersos
por tanto gentil sacrificio.
En este veintiuno de julio
de felicidad estoy lleno
y mis versos con su tertulio
el día en ella lo harán pleno.
Su luz interior es hermosa
y con un corazón genuino;
ella es tierna y muy amorosa,
sin un sentimiento mezquino.
Le estaré siempre agradecido
por sus atenciones humanas,
que en su alma siempre han florecido
como aquel sol de las mañanas.
Es agraciada e inteligente
espero que ella no se asombre;
de la familia es un cimiente,
¡Oneyda Gertrudis, su nombre!
Le doy mis felicitaciones
por los años que está cumpliendo,
de Dios obtendrá bendiciones
porque en Él seguirá creyendo.