(I)
Yo te ví...
en tu belleza primigenia
antes que nadie la encontrara,
y acaricié levemente
la gacela de tus labios...
antes que nadie los besara,
yo sé...
que tu me amas
apenas brevemente,
como el aroma
de la tarde...
ama a su recuerdo,
y me desnudo hoy
ante mi alma...
desde el paso inconsolable
de los años,
porque a pesar
del tiempo
transcurrido...
siempre me sobró
el valor para decirte,
amada mía...
lo mucho que te amo.
(II)
No hay verso...
atado a su lujuria,
ni tristeza...
esclava de su pena,
porque la espera
es siempre
un otoño...
dubitativo y frío,
en el callejón
inasumible
de los años.