Anton C. Faya

DESPERTARES

 

 

DESPERTARES

     Y desperté... Después de un inesperado sueño sin alternativa, desperté. No se si es que los sueños no sabían de mi, pero así postrado, habitaba sin recordar mi memoria, todo para mi era una bruma en que no se podía navegar, un lugar y un tiempo en el que nunca había sido. Era yo un error furioso, era un refugiado de la muerte. No había rostros en donde posar el afecto. Mi tierra, esa en que nací, era un universo hueco. Me arrancaron todo el ayer y me dejaron sintiendo todo el hoy, el rostro de la nada misma.

 

     De tanto desierto:¿Se me habrá vaciado el alma?

 

     A mi alrededor tres ángeles vuelan suspendidos en su infancia. Brillan sus alas, florecen en ellos dulcisimos cantos de eucaliptos que inundan todo este lugar extraño. Juegan a lo que no sabe que esperar maquillando soles con rubores y perfumes, festejan con vinos de cerezas. Conciben colores, palabras milagrosas, inventan miradas. Pero no me ven, solo flotan a mi alrededor indiferentes...

 

-¿Quienes son? -Pregunte-.

-“Son soñadores, desnudan la memoria de feos pensamientos, aman, hacen que la humillación se convierta en asombro, inventan puertas de la felicidad, viven la fantasía de la esperanza soñando” -me respondió-.

-¿Y yo quien soy?

-“Vos eres uno de los personajes de sus sueños, vos vives en sus sueños, si ellos te olvidan, desapareces y mueres, así simplemente. Pero si los entiendes, si deseas por ellos, por su libertad, por su plenitud -esa que vos nunca has tenido- crecerán sus alas y sus vuelos pueden explorar infinitas maravillas”.

-¿Y que hago? -volví a preguntar-.

-¡Ve con ellos!... -me respondió-

 

      No podía... Mis deseos lucían como banderolas remendadas, el solo querer no hace que las cosas sucedan si el alma esta flaca y los sueños mas livianitos que su sombra. La tristura que llevaba puesta me paralizaba.

 

      Pero eran tan bellos, tan luminosos esos ángeles soñadores,que despertaron no se que secreto en mi, y a pesar que el dolor dolía mas que nunca y que las dudas eran muchas mas que las certezas. Me levanté, y -de repente-, adoré esa magia que tienen los manotazos del corazón, tan iluso y con esa fuerza casi sin preaviso. Y fui hacia ellos...

 

      Y los ángeles -de repente- dejaron de jugar y comenzaron a mirarme, y comencé a caminar ya con mas fuerza y al acercarme me detuve, nos miramos...

      Los tres ángeles sonrieron al verme claramente.

 

- “Papa.... no sabes cuanto te extrañamos”....

 

A.C.F.- JULIO 2020

ARGENTINA