Escribo cuando ya se dijo todo
y la tinta de mi pluma
cree que sucumbe en el olvido
ante épocas detenidas
Cuento nuestras buenas historias,
mi mente lucha por recubrir
espacios blanco y negro
Quiero recitar
mis poemas dulces
pero, al final del ocaso
solo los gime triste el viento
En noches de vigilia,
mi titiritar congelada
me hunde en el hielo
de una masiva tormenta
Tus manos tibias
me protegen de instantes
de caos en el alma
Viviré una y mil veces
tu presencia inapreciable
con su cotidianidad