Me quema la sangre,
mi propia sangre me incinera
qué seré mañana
quizás tan solo nada
ceniza que el viento levanta
pavesa que la lluvia apaga
y en esta soledad
que mis huesos pulveriza
añoro el tiempo aquel
donde me engrillaba
en tu dulce sonrisa
y eran tus manos
como dos cerillas
prendiendo en mi cuerpo
hogueras brillantes
de amor y alegría
Hoy que muero de ausencias
mi sangre me quema
como un río de lava
que de un volcán escapa
y sin piedad todo lo calcina.
Nostalgias amargas mi lengua dominan
y muerdo tu nombre cual flor de gramilla
Mientras mis manos deshojan
Inquietas…marchitas
las níveas flores de las margaritas
Ángela Grigera Moreno
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