Las ninfas al ocaso van al mar,
cuando el mar desvanece en el boscaje
cada hoja se estremece, en el viaje
y en la arena se sientan con su par.
Las ninfas tienen ganas de nadar
bajo las olas frescas del paraje,
cuando su cuerpo nudo y muy salvaje
me incita desde el suelo para amar.
El bosque es un refugio impenetrable
con su orilla de arena de oro fino
para amoríos nudos sin aliento.
Una náyade cálida adorable.
es la dulce ilusión de mi destino
y extasiado me quedo muy contento.
Claudio Batisti