Venzo la torpeza
de quererte...
la noche se anuda
a su secreto,
de nardo...
la flecha descreída,
vanamente desacreditada
en la estepa desligada
de su trazo.
Yo soy de aire
y tú de espuma...
te desnudas por la gloria
de los siglos,
de grana...
la boca deslazada
y sin fortuna,
lánguidamente
desestructurada...
en la tarde
descuidada
de su olvido.