Tirando de mis hilos a tu antojo
me tornas, caprichosa, en un muñeco
y un títere me vuelves sin arrojo
haciendo que parezca que estoy hueco.
Conviertes a mi temple en un despojo
llegando en lo inaudito a estar reseco
y colmas a mi paz de un gris sonrojo
al ver que con tu pose me desfleco.
Subyugas a mi ser con la sonrisa
y acabo transformado en un fantoche
comiendo de tu mano pizpireta.
Endeble, a mi razón, haces sumisa
llorándote, cautiva, cada noche
alzada en una simple marioneta.