Una oración
me dictas, en silencio,
mi mariposa.
Que Dios ayude,
que rompa las cadenas
y entre la luz.
Que nos permita
volver a ver la vida,
sentir al sol.
Que nos enseñe
a ver, en las personas
a los hermanos.
Que todos juntos
sepamos ayudarnos
mano con mano.
Que queden fuera
los odios y egoísmos
de nuestras almas.
Y que florezcan
de nuevo las sonrisas
y las miradas.
Por eso al cielo
le envío esta plegaria
con gran fervor.
Mira mis alas
(le digo al Dios ausente)
y esta oración.
Rafael Sánchez Ortega ©
10/04/20