Y entonces las bombas no sonaban, pero los niños en las calles dormidas por frío y desnutrición morían, y los espacios vacíos en los hogares quedaban. Entonces la \"no guerra\" en silencio soplaba el polvo de los hombres y los ponía a dormir eternamente en el seno de un Dios triste. Esta vez no habían armas ni guerrilleros contra don señor regordete Estado, pero si hambruna y un egocentrismo de quien toma primero y sobrevive de ultimo. Esta vez en el fondo de nuestros corazones ardía, y la melancolía nos decía estos si son motivos para llorar en vida. Y los mas vulnerables por los inconscientes caían a esperar la ansiosa hora del juicio en donde las caretas de todos caerían.