No te fijes en mí,
ni me tengas en cuenta;
no sea que la suerte
se te quiera dar vuelta.
No hay resto para cambios,
ni metálico... nada;
soy poco conveniente
y no tengo mañana.
No quiero tu consuelo
ni pretendo tu lástima;
nada puedo ofrecer
que alimente tus ansias.
Aléjate de mí,
no caigas en desgracia;
ya todo te lo di,
quedándome sin nada.
Toma bien el consejo
de este breve mensaje...
lo hallé un día cualquiera
en mi triste almanaque.
Jorge Horacio Richino
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