Desde siempre se nos ha dicho
que la vida de una persona
no está completa
hasta haber hecho tres cosas:
Tener un hijo, plantar un árbol
y escribir un libro.
Mejor o peor, ya he cumplido
con mi misión.
Puse una semilla
en una página en blanco
y de tus ojos germinaron
trepidantes aventuras
enraizadas en mi alma.
A punto estuvo de secarse
el libro por falta de riego
y los primeros pasos del árbol
fueron por un epílogo invernal.
Pero tus ramas dan el fruto
Sobre el cual se deslizan
mis versos y bajo tu sombra
aplaco las erratas sin fe.
Cumplidos los tres objetivos
que dan sentido a una vida,
ahora me dedicaré a escribir
un árbol, criar un libro
y anidar para los restos
en la copa de tu sonrisa.