Si supieras cuántas ansias tengo de conocerte,
y no superficialmente como dije
que ya me conocías o como ya te conozco.
Quiero conocerte ¡Sí!
Me encantaría saber todo sobre ti,
saber tus gustos y tus manías
saber tus sueños y planes a futuro,
me fascinaría inmiscuirme en ellos.
Me encantaría saber que,
te pasa igual que a mí,
que también se sonrojan tus mejillas
cuando alguien más plantea algo sobre un “ustedes”;
que me miras desde lejos, como yo lo hago,
que te da, aunque sea, un poquito
de nervios cuando me tienes cerca…
Y siempre lo dudo, y siempre me freno y siempre te freno.
Me duele tener que ignorarte
o hacer caso omiso a cualquier intento de “algo”,
me enredo en mi cabeza y en mis pensamientos,
en mi falta de tiempo, en mi estrés en mi miedo.
Sí, tengo miedo.
Eres ese tipo de persona a quien me da miedo perder,
ese tipo de persona a quien temo lastimar.
¿Para qué llevar la serenidad de tus sentimientos
al holocausto que provocan los míos?
Siento que no mereces que nadie te lastime
y tengo miedo a ser yo quien lo haga.
Quiero cuidar tu corazón
y también mi psique.
Prefiero la tranquilidad de verte sonreír
a la incertidumbre de llegarte a herir.