Voy a tu playa,
gaviota solitaria.
Ya somos dos.
Mi soledad
precisa compañía,
igual que tú.
Aunque me veas
y sientas mi presencia,
seré invisible.
Seré tu amigo,
igual que un cormorán
cuando se seca.
Haré la estatua,
si ves que es conveniente,
no pido más.
Así, el silencio
será bien compartido,
como merece.
No sé que tiempo
nos queda hasta que abran
esas ventanas.
Quiero volar
contigo por el mundo
y sobre el mar.
Ya falta poco,
me dice tu mirada
y yo te creo.
Rafael Sánchez Ortega ©
11/04/20