Estrella de mi horizonte azulada
que aun me cantas y arrullas
en mis noches desoladas
acariciándome el alma
y haciendo de mis alboradas
las más dulces madrugadas.
Enterneciendo a mi espíritu
con lo sutil de tus palabras
con nuestro amor prendido
en los aromas y mieles de tus miradas;
cual flor longeva, única y madurada.
Eres mi cálida y mi hermosa Ma;
mi alegría diaria, infinita y sin par;
eres respeto, amor y benevolencia,
energía pura y de nunca acabar,
mi sol tibio de media noche
mi empuje, mi fuerza espiritual
mi canto del sinsonte y el jilguero,
mi agua sanadora, cual santo grial.
La mirada que siempre me levantará
la sonrisa rosa, de un fresco manantial;
eres eternamente delicada y hermosa
la brisa y la alegría que esparcirá
todas mis hondas tristezas,
y que mis lágrimas secará.
Gracias, eternas gracias Ma
me diste todo de ti, me das aun más,
me hiciste una delicada mujer
llena de amor, compresión y paz.
Gracias, eternas gracias Ma
eres mi fe, mi eternidad,
la mujer que me enseñó
a confiar, a amar y perdonar
a ser discreta, fiel y a soñar.
Ma eterna, me diste todo lo que soy
me enseñaste todo lo que sé
me cuidaste con ternura
Y por eso soy mujer.
Felices ciento un años Ma
Que Dios nos siga bendiciendo
Para seguirnos abrazando
Y de tus risas, buen humor
Cantos e historias gozar.
No estoy contigo,
Pero mi alma te abraza, siempre.
Te amo eternamente.
Capullito de alelí; nuestra canción favorita.
¿Recuerdas Ma, cuanto la bailamos tú y yo?
Yamila.