Los ojos,
surcos buenos;
cascadas de nuestras grandes incomprensiones.
Dejarlos llover.
Dejarlos ser.
Es dejarse sanar.
Es dejarse amar.
Sumarle a la tormenta el sol.
Entregarle a la lluvia el dolor.
Es llenarse de amor.
Es darse color.
En el arco de nuestra mirada,
habla el iris,
ríe el alma.