No soy de nadie.
Me hice el amor durante mi holocausto.
Pase horas viéndome en el espejo pensando de forma constante el porque estoy viva, buscando un significado para no dar fin a mi vida, me perdí en mí. Deje de pensar, note el color de mi piel y la suavidad de esta, el como se sentía tocarme y mi propio calor. Una idea paso por mi mente: \"¿Alguien te ve como tú lo haces?\", noté cada parte de mi cuerpo, observe mi habitación con atención, me gusto ver los libros tirados y la taza de té con una marca de labial café. Saboreé mi saliva después mordí mis labios, me sonroje y una risa pícara salió de mí, me gusté.
Deseé poseerme, auto aclamarme.
Nadie me tocará sin causarme dolor.
Nadie me verá con atención.
Nadie me entenderá.
Nadie mantendrá mi interés.
No amo, no odio a nadie.
Me invité una cena con una copa de vino rosado, puse un suave jazz, me hice el amor al caer la noche. Ya extasiada tomé una navaja corté a lo largo de ambos brazos. Me miré desnuda al espejo mientras mi sangre caliente me recorría de acuerdo a la gravedad, mis extremidades se helaron. Me vi tirada en el suelo, la música sonaba, un ángel negro, la muerte me visitó.