Diego Nicolás García Contreras

Alma

Calma ya que amas,

Aún cuando en cada madrugada se aplana su alma

Se desforma sobre la cama

Y golpea el pecho con alarma.

¿Cuando vas a estar derecho?

Clama, grita al viento, a las mañanas, ármalas y derrúmabalas con calma, sin reloj, con paladar, acariciando las palmas con la gravilla de los días.

Con arcilla, diséñala

Salpícala gentilmente, dale forma, cúrvala entre tus manos que danzan.

Escúchala, huele el aroma que exhuda.

Siente el vaho que exhala.

Duerme con ella, acariciarla, ámala.

Dátela, regálatela, siémbratela, porque es una semilla de ninguna otra especie, solo tuya desde el núcleo a la coyontura, desde el pliegue hasta la vaina, la forma, el color y cada partícula invisible que se parte cuando tienes pena, que se expande en la expansión de lo imposible, que se nutre cuando la amas.