Mi abuela era una mujer con estudios básicos. Aprendió a leer y escribir en una época donde la mayoría de las mujeres eran analfabetas.
Tuvo que abrirse camino en la vida con mucho esfuerzo. Viuda y con cuatro hijos a su cargo. Mi abuelo, después de haber contraído el tifus, falleció con tan solo 42 años de edad.
Trabajadora como ninguna. Cultivaba la tierra con sus manos, criaba gallinas, tenía algunas vacas y cabras. En un puesto en el mercado del pueblo, vendía lo que producía con el sudor de su frente.
En su casa, nunca faltó un puesto en la mesa para quien tuviera hambre. De hecho, cada vez que cocinaba, solía poner tres porciones de más, pues decía que nunca se sabe quién vendría. Siempre con una sonrisa en sus labios y dispuesta a ayudar. Por diversas circunstancias de la vida, viví con ella parte de mi infancia.
Magdalena se llamaba (Sonrío al recordarla).
De ella aprendí tanto, sobre todo el respeto, la responsabilidad y el trabajo.
— Nunca humilles a nadie — me decía —. Respeta a los demás. Por muy ignorante que parezca el otro, puede ser una fuente de enseñanza que ni te imaginas. No juzgues a nadie por su aspecto; cada uno lleva consigo una historia y tú no eres quien para juzgarla. Apoya al débil, ayuda al que lo necesita. Por muy mal que te encuentres, no pagues con los demás tu mal humor o frustración. Recuerda: “trata a los demás como quieres que te traten” — .
Éstas y otras enseñanzas la llevo grabadas en mi corazón. Reconozco que no soy perfecto. La perfección no es de este mundo. Intento mejorar, reconocer mis errores y aprender de ellos.
Cuando entré en este portal casi siete años atrás, fui recibido con respeto. Con mucha timidez comencé a publicar y sentí el apoyo de muchos. Suelo publicar cuentos, prosas poéticas, relatos, micro relatos….Poemas del alma me lo permite y creo que cada quien tiene derecho a publicar lo que quiera, en el género que se sienta más cómodo.
Me han hecho correcciones y las he agradecido, pues no soy perfecto. También he corregido alguno de mis compañeros, siempre por privado. Creo que no es necesario humillar a nadie en público. ¿Es importante la ortografía? Sin duda alguna, pero hay que saber corregir sin humillar. Poemas del alma es un rico conglomerado de diversas culturas, creencias, formas de pensar…donde el respeto ha de ser algo primordial, no opcional.
Laura (nombre ficticio, mas no su historia) era una ama de casa que sentía la necesidad de escribir. Se avergonzaba de hacerlo y la fui animando a ello junto con otros compañeros. No eran perfectos sus versos, ni su escritura, pero sabía llegar con sus letras, cargadas de sensibilidad, ternura, humanidad. De vez en cuando un error ortográfico cometía, los corregía. Hasta que alguien la humilló de tal manera en público, que la mujer se alejó destrozada. Fue inútil insistir que volviera (“Nunca humilles a nadie”), el mal ya estaba hecho.
Raúl un joven con síndrome de down, muy pocos lo supieron en el portal; me lo había confiado su madre que con mucho recelo: “no quiero que le hagan daño”— me dijo aquella vez —. No te preocupes, poemas lo sabrá acoger y respetar, además que nadie ha de saber que es un joven especial — le dije —. Comenzó a dar sus pasos con sus escritos. Sencillos, humildes, pero con una gran calidad humana. Solía leerle para corregirle su ortografía antes de publicar. Fue cogiendo confianza hasta que publicaba solo. Una “z” fue su condena pública, su humillación. Nunca más entró al portal…. “No juzgues a nadie por su aspecto; cada uno lleva consigo una historia y tú no eres quien para juzgar”.
Solo soy un escritor que plasma en letras su sentir. Jamás un poeta me he considerado, esa figura siempre he venerado, respetado. Cada uno es importante en su estilo, en sus letras va una parte de su ser, que se debería custodiar y sobre todo respetar.