Siento un vacío ardiente,
la garganta tensarse y deshilarse,
el vientre se revuelve
y el tiempo se recrea en arrastrarse.
De nuevo los fantasmas,
los miedos, los temores, las ausencias,
los ruidos, los redobles, los silencios,
los trancos en las puertas.
De nuevo en el alero
tiritando al borde del abismo,
arrastrando cadenas por las calles,
huyendo del destino,
suplicando, rezando, maldiciendo
buscando un exorcismo,
enredado en las redes asociales,
que no dejan respiro.
Se ha avivado el infierno,
Leviathán ha azuzado a sus demonios
aullando por los medios
y el planeta se agita agonizante
en tiempo de descuento.