El triángulo
que camina en mi mente,
coqueteando
mis balsámicos
hombres lelos
y el circuito desplegado
en el álgido desierto,
que ha gozado el aguacero
de mis siervos pequeños,
por ver las curvas
rechinando sus adentros.
Si de pronto
las montañas tropiezan
y van de bruces al cielo,
alimenten sin cesar
mi verdoso pasto seco
y antes de cruzar,
encontrar en el papiro,
la pluma y el viento,
el veneno de su ego,
conquistar los girasoles
(sin haber llegado primero).
© El Yarawix