Me da por llorarte en las noches,
Cuando la luna me canta,
Son crueles los kilómetros de distancia,
Mis labios resecos no descansan,
Sin sonrisas, sin besos, sin gracia.
Invoco a la noche tu presencia,
Abatida está mi alma, sin victorias en esta batalla.
Te persigue mi mente agitada,
Me agota y me estruja el alma,
Me dueles en la tempestad y la calma,
Vengo a ti, porque escribirte desahoga mis lagrimas,
Arréglame el corazón, esté que se desarma,
Cae a pedazos con desesperanzas,
Desafortunado sin ganas de latir,
muere lejos de tu mirada,
¡Cómo quisiera ver tu silueta acostada!
En cambio siento en mi pecho la soledad anclada,
Lloro y lloro, pidiendo clemencia a la vida,
Ya estoy cansada de estás jugadas,
Si no es demasiado pronto, son demasiado tarde las palabras,
Me da por sentir la noche infinita,
Lejos de darme paz en mi morada,
A pesar de dar vueltas en mi cama,
Las almohadas son carreteras por las montañas,
Llenas de piedras, recuerdos y nostalgias,
Cómo desearía que leyeras mis cartas,
Mis poemas que solo en ti se agrandan,
Todas las ganas y lo mucho que me haces falta.
Mis labios resecos por los días que no paran,
Tú sin embargo más lejos, que los kilómetros que nos separan.