El dulzor de la dorada miel,
y los fuegos artificiales que brillan,
titilan en corto circuito con mi ser,
e intento modelar la idea como arcilla.
Pues no sé si suave o delicado,
qué efusivo o si eriza la piel;
leo “beso” en el papel, acontece tierno diálogo,
y no sé, no sé al libro comprender.
¿Se les hará agua la boca,
a ellos -los amantes- por conocer su nitidez?
No sé, no sé si el alias les apasiona,
como el aroma del mejor tentempié.
El encanto de la mejilla apretada,
por despedirse o decir “hola”,
y el calorcito que a veces emana;
sé de ese casto beso común como norma.
No sé; no sé si por mi vida enana,
o lo asocial de mí en pasada historia;
no sé si soy yo, que un problema ata,
que ignoro a qué ha de saber esa gloria.
Mocito, de quien mi pensar se desvela;
no sé si cuando te conozca tú disculparas,
porque no sé si a veneno de hiedra, o al caramelo.
¡No sé, no sé a qué sabe un beso!