En el suave despertar del alba
unos labios redondos besaban el rocío,
las rojas fragancias que exhalaban sus corales
como acerada espina herían mis sentidos.
Fueron desvaneciéndose las lágrimas
y al aire se elevaron mil suspiros,
eran las fragancias de aquellos rojos labios
que se diluían por el azul infinito.
El silencio veló con su sombra los labios
de las rojas fragancias que me habían herido,
en el grácil sopor de la alborada
los redondos besos cayeron en el olvido.
Dorados susurros hendieron la mañana
entre esencias carmesíes y blancos gemidos,
una voz de plata apuñaló mi corazón
y mis sueños se deslieron en el infinito.
En las alas del viento