Un atardecer naranja, en el mar
ademanes voluptuosos, de nubes
que abrazan el otro lado del horizonte
en despedida de un sol agónico.
El mar calmo
con vela negra de contraluz
pescadores que cantan el regreso
y una brisa que levanta desde tierra
los aromas de mujeres dispuestas.
Yo en mi barca
mar adentro buscando horizonte
la noche oscura
sin luna colmada de estrellas
temblorosas y lejanas
como una enorme mano
cubriendo el mar.
El mar calmo
mi barca y yo
sin escalas de tamaño
soy inmenso
en la magnitud del infinito
mientras las estrellas
las estrellas me tocan
y se apagan, una a una
en mi absoluta soledad.