Entre la densa niebla se levanta mi pueblo,
entre la hierba mojada sus raíces se pierden en la eternidad.
Pozos de interminables deseos envueltos en purpurina
que adornan la misma brisa pura que traspasa cada uno de los corazones.
Grandes brazos cubiertos de pasión lo abrazan tiernamente
cuidando cada instante donde la vida surge como manantiales de dulzura.
Mi pueblo se viste de blanco y el aroma de sus flores
lo maquillan de sus coloraciones avivando la intensidad en las miradas
que curiosas y vivaces deambulan en las horas de ensueño.
Sus callejuelas están humedecidas por el rocío que despierta los suspiros,
inocente embrujo, vino dulce que te embriaga hasta lo eterno...
encajes en los vestidos que rozan el suelo de caricias nuevas,
notas de poetas escritas en los viejos troncos que te seducen con su picardía...
Desprenden sus casas el calor del hogar,
la leña cortada y el pan cocido en la tierra por el sol.
Los tarros de miel se acumulan en los estantes embellecidos de barniz
y en la mesa suena el tintineo de las cucharillas que tímidas remueven la sopa.
La respiración es el alma en ese instante cuándo sólo la paz está presente...
las velas iluminan los rostros cómplices de tanta ternura
y revela en la luz de cada mirada la fuerza y la valentía.
Mi pueblo se levanta inquieto en la ladera de la montaña envuelto en su densa niebla,
las mujeres en el río dejan fluir sus emociones.
Pueblo de pescadores que lanzan los anzuelos al aire de sus quimeras,
canto de ruiseñores, campos de amapolas, risas y sal.
Éste... es mi pueblo, arraigado a sus sencillas creencias de antaño.
No sé su nombre, no sé donde se halla, sólo sé que mi ser se refleja en su cielo.
Todos los derechos reservados @Mo Anam Cara