Vivo en el principado de la mediocridad.
Pelotas y tocahuevos infectan los ambientes de trabajo.
Jefes sin personalidad alientan la deslealtad, y deterioran
las relaciones interpares.
Y quisiera equivocarme, mas creo que una larga noche
marcada por su hedor, nos espera, en un rutilante
y triste...
futuro sin mañana.