Ya se ven las alcayatas,
los catres y las hamacas,
ya huele a garnacha, a sopes,
por la mudanza de López.
A Palacio Nacional,
monumento virreinal,
ya noto los platanares
tapar grandiosos murales.
Bellísimos de Rivera,
macetas en la escalera,
sobre pasillos, en Patio
Mariano, como en el atrio.
Se aprecian los tendederos
de ropa, ya, ondear ligeros,
cual nuestro lábaro patrio
en el techo de Palacio.
Me imagino al “rey” Andrés
tomando su té, a las tres,
en la macuspana “corte”
tabasqueña de “alto porte”.
Ya miro que el gran Museo
sufre el infame deseo
del que ahora es “presidente”,
pues, se le impide a la gente.
El paso hacia tal recinto
que, para mí, queda extinto,
digo, ¿en qué cabeza cabe?,
pero, ¿es qué Amlo no sabe.
Que ese lugar no se habita
que tan solo se visita,
porque registra la historia
de México, de su gloria?
Patrimonio sin espacio
se fregó nuestro Palacio,
de decirle así, hoy, deje,
ya es la “vecindad del peje”.
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
Ciudad de México, a 29 de julio del 2019
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