Ella, la de sueños hierro,
deshojó la verde luna
que colgaba en su seno.
Me obsequió el infierno y sus adentros;
vendaval de prosas,
colorido, tártaro cielo.
Corres mil veces tras él,
multiplicada y absurda
objetas saciar tu verso.
Eva, la desnuda vergüenza,
me clavo el erotismo de su manzana,
mezclo su vino con mi juicio.
¿Ya te vas?,
vasalla de mi aliento,
esclava de mis ósculos profanos.
© El Yarawix