Al responder con un si
a la propuesta de hacer mío tu corazón
me envolviste en un ciclón
de amor, de insania y frenesí.
Mi vida navegaba en negras nubes
de fría soledad, y de angustia,
era tanta mi desesperación
que me llevó a pensar en lo peor
Te vi, me enamoré
y sin saber tu nombre,
desesperado y ansioso me declaré,
porque presentí en ti mi salvación.
Fue como ver sobre las olas
esa tabla bendita que tanto anhela
el náufrago en el mar.
No sé qué viste en mí, al aceptar,
quizás mi corazón al asaltar al tuyo,
lo despertó de su letargo
o fue el abrazo el encargado
de hundirnos en el bálsamo
que nos curó a los dos.
Bendita la vida que nos pone tristes
para devolvernos la alegría en un instante
al saber que no estamos solos
en este mundo cruel y cambiante.
El amor es el torbellino
que te saca de un pozo de amargura
para llevarte a conocer la cumbre
donde reinan los cantos y los trinos
que nacen del regocijo y la locura.
Bienvenido el sentimiento
que te lleva de la quietud de la soledad
a poner el corazón en movimiento
frente a la tentación y la felicidad.