EL MITO DEL INSTANTE FUERA DE LO COMÚN
El alegre manantial
había proporcionado con esfuerzo
un hilo de agua suficiente
y clara, un curso ameno, con
alegre tintineo como de campana de cristal,
sobre una superficie más bien llana
entre dos alineamientos de colinas,
con carrascas, con flores, con atajos,
fértil morada del hambriento jabalí.
Se dejaba caer tumultuoso a ratos,
orgullo de los áridos espacios,
pero siempre sumiso al plan previsto.
Llegado a un punto
anegaba un trozo de bancal, y luego,
se giraba
ochenta grados, o dejaba un monte en miniatura
en medio del curso,
hasta bañar, de pronto, los pies de las pequeñas Rita y Carmen,
hasta llegar intacto a rozar sus blancos dedos,
a su talón preciso, a sus
líricos desnudos: procurándoles tal gozo,
que las pequeñas no cabían casi en sí.
Gaspar Jover Polo