Eduh Siqueiros

Con la fuerza de atracción

En las anchuras de los océanos de mis emociones emergen las marejadas
de mi efusión airosa y llego hasta los pliegues de tus sayas en su sensualidad, porque tú eres poesía, porque tú eres mi divinidad, eres el
recinto sagrado de mi gloria y son los derrames de tu ambrosía tan cotizada un descomunal motivo de mi esmero tan gallardo, te presento mis pericias con layas anímicas ante las percepciones de los postulantes que ante tu templo muestran sus dotes con idoneidad, en el mismo lapso en que este apetito con porte ígneo en mi entresijo calcina el arrobamiento de mi vientre tan camelado de ti, de tu dulzor.
Te amo, mucho más que la fuerza de gravedad de mis demencias que permanecen infecundas, te amo con la fuerza de atracción de los polos
que se oponen, te amo con el rechazo de mi propio orgullo a cambio de tu magnificencia. Te amo, mujer, porque no puedo dejar de hacerlo.
Y luego que en mis intentos infructíferos de matar las estrellas que resguardan tus potencias sobre mis cielos y se han quedado aturdidos;
recurro a ti y me postro a tus pies, por ti aceptaría perder la vida una y mil veces, por ti descendería al anti-mundo, tan sólo para aguardar ahí en estado quisquilloso el afán por nuestro reencuentro, tan sólo para reconocer una vez más que sin ti me muero, y que luego, tú, sólo tú, la
existencia -volátil e inmortal- me devuelves para adherirme a tu consistencia, ampliando al manto de mi pretensión de estar contigo por
siempre y de no separarnos jamás.
Te amo, te amo, te amo...