No arrojaré la toalla,
me limpio el sudor con ella
con ella enjugué mi sangre,
mis lágrimas y mis penas,
desempolvé mi energía
distraje la cuarentena
tendí su abrazo al amigo
aunque no me la pidiera.
La utilicé de capote
la agité como bandera,
limpié con ella los vidrios
de mis ventanas y puertas
para ver las cosas claras
y no caer en la trampa
de los que venden quimeras
llamando de casa en casa
y las disfrazan de sueños,
de utopías y esperanzas.
No arrojaré la toalla,
la guardo en mis alacenas
limpia, planchada y apunto
para sacudir con saña
a quienes compran los jueces
los árbitros y las mafias
para amañar los combates
y hundirnos en la miseria.