Carente de rubor y en suma pálida
esboza mi entereza un gris camino
envuelta y sumergida en la crisálida
que cubre y aboveda mi destino.
Tan sólo tu mirada obtuve válida
logrando que mis aguas fueran vino
y ahora en soledad, muriendo escuálida,
se tiñe mi esperanza de ambarino.
Mi espíritu divaga harto menguante
y yerto en tu rechazo, ve severo,
el nudo corredizo en que se ahoga.
Apenas, algo más, quizá lo aguante
y errático persigo ese lucero
que puso en mis latidos una soga.