Tezla Abastida

Cálida y alucinante

 

Tenía que haber una etérea forma de arte

en la manera como se expresaba…

Era cálida y alucinante. Ella es de las que 

susurra un poema de Bécquer cada vez que llueve.

De esas mujeres que agudizan los sentidos, de las pocas que

encantan con el roce de su mano y atrapan a la víctima 

con un simple suspiro. Ella abría desde sus

brazos una puerta a la luna, mientras yo contemplaba 

anonadado, la sutil forma en que existía…

Acerca tu boca a mi oreja y murmura otro poema,

déjame perderme en tu voz y otórgame el honor

de morir por amor, a tu deleite.

 

Por: Tezla Abastida 

17/12/2016

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