A veces el dolor es como nieve,
se amontona en los recodos de la mente,
se congela en las cumbres afiladas
y se clava en tu pecho como daga.
A veces el dolor es una espada
que empuñas con la saña del herido
y golpeas con odio hasta las piedras
destrozando tus manos con su filo.
A veces el dolor es una sombra
que te apaga la luz de la mirada
que te ciega, te ahoga y te desgarra
con sus zarpas cetrinas y afiladas,
más la nieve y el hielo se derriten
y sus aguas inundan tus mejillas,
tus ojos se iluminan temblorosos
y se funde el glaciar en tu sonrisa,
entonces amanece un nuevo día
de esperanza de paz y de alegría.