Al límite viviendo una osadía
intento disfrutar con suficiencia
pensando, natural, que cada día
el último será de mi existencia.
Al tiempo lo avasallo de alegría
ansioso por mostrarle mi tendencia
y dueño de una loca algarabía
me salto su frontera de paciencia.
Ignoro a la cordura y su recato
y en nada moderado ni prudente
al tedio mi hedonismo lo autoexpulsa.
Ejemplo, para nadie, de ser trato
queriendo a mi manera, simplemente,
romper con la rutina más insulsa.