El humo de un cigarro
tiene olor a viento,
trae recuerdos de antaño,
del viejo abuelo,
de la abuela y su mecedora,
de los niños descalzos,
de los maizales claros,
de las casas a oscuras,
de las noches sin luces
en la montaña.
El humo de un cigarro
tiene olor a tiempo.
El humo de un cigarro
tiene olor a pasado,
huele a primavera,
a joven embriagado,
a mesa vieja,
a trago helado,
huele a rosas nuevas,
a niña de falda larga,
a sus piernas escondidas,
a sus cabellos rubios,
a sus ojos de esmeralda,
a su saliva virgen.
El humo de un cigarro
tiene olor a alborada,
a colchones verdes,
a luna congelada;
huele a senos blancos,
huele a madrugada,
a caricias encendidas,
huele a desnudez despierta,
huele a muslos mansos,
tiene olor a boca nueva,
tiene olor a curvas tiernas
y sabe a lo que saben
las uvas frescas.
El humo de un cigarro
... ¡tiene olor a ella!
xE.C.