El universo refleja
como un gran caleidoscopio
el brillo de tus pupilas
mientras me besas.
Tendidos bajo un abismo
que nos recuerda
que no somos más
que el dejá vu de un sueño
hecho de polvo estelar.
Bajo el manto más aterrador
de espacio y tiempo,
me asomo con vértigo al pasado,
a un cementerio de estrellas
como luciérnagas ancestrales.
Como intentar mirar a través
de una pequeña cerradura
aquello que nos mira
desde fuera.
La realidad transformada
en un cruel escepticismo.
Un fallo en la matriz,
una explosión de galaxias,
la risa caprichosa del azar.
Y mi piel de mariposa
intentando detener este instante,
como si fuéramos más que una piedra
abandonada en el vaivén
de la inmensidad de este océano.
Contemplo la belleza del caos
que tengo a mi lado,
y te encuentro dormido,
apoyado en mi hombro
mientras el multiverso sigue,
impasible también a nuestra presencia,
su finita expansión cósmica.