Todo era tus ojos tristes y exiliados
Tus manos tercas por el tacto
La risa fría en un eterno verano.
Tu cuerpo era tal
Como el árbol talado sin retorno
La mañana lluviosa
Y el pasto quemado
Tu cara, era la cara de la luna marchita
Y la simple añoranza
De volver a verte sonreír.