Mis deseos excedidos
contemplaban la silueta juguetona
de su frágil desnudez enmudecida.
Mis ideas clandestinas
se extasiaron al mirar su coqueteo.
Su sonrisa sometió a mis emociones,
y esos ojos bailarines asaltaron mi prudencia.
Me enrede en su cintura peligrosa,
y caí dócilmente en sus hechizos excitantes.
Profanó mis instintos impetuosos.
Me prendí de un placer irresponsable
en el juego de un suceso insensato.
El rubor de sus mejillas incendio mis arrebatos,
y poco a poco renunció a su concepto puritano.
Esta infiel incertidumbre se hizo loca.
Nos ganó la intención de escapar de la cordura,
y dejó indefensa a la razón.
Abandonó su sensatez y huyó conmigo.
Le propuse y aceptó…
y huimos juntos de su juiciosa realidad.
Se embarcó en la aventura,
se fue conmigo…
por el sendero del encanto inevitable,
perturbados de placer…
sin importar el qué dirán.
Hoy es solo un buen recuerdo y nada más,
la vehemente experiencia apasionada
de un pecado lujurioso y excitado,
de una noche arrebatada, ella y yo.