Se lleva la tarde seca
las impresiones de mayo;
no escucho ya las alondras
de nuestro muerto verano.
Yo que probé savia joven
desde la flor de sus labios
no toco ya sino espinas
de amarillentos resabios.
No encuentro ya los aromas
de aquellos cuerpos rozando.
El sol es un caminante
que se dirige al ocaso...
¿Corazón, será que es día
en que los vientos del prado,
dejando como tristezas
y como sueños dejando,
me traigan la noche pura,
donde amanezca mi canto?
Vientos que mueven el polvo
¡Oh, celestiales caballos!
en esta tarde tan seca,
se muere un ave en mis manos.