Como nube blanquecina
iba surcando ancho cielo,
con una misión tan fina
alimentando el anhelo.
Era esperanza de vida
caminando día y noche,
para oír ¡Misión cumplida!
y hacer fiesta con derroche.
Pero torció su camino
desviándose de su ruta,
y el caminar peregrino
sus valores hoy escruta.
Se perdió en la densa niebla
blanca y pura la muchacha,
sin consuelo en la tiniebla
enfrentando cada racha.
Inmersa dentro del agua
de asfixia se iba muriendo,
sin auxilios de piragua
mar adentro se iba hundiendo.
Y confundida en el bosque
fue atrapada por la fiera,
enfrentando tanto embosque
era crucial que venciera.
El alma volaba libre
como un ave sin dolor,
y la bala y su calibre
daban gusto al cazador.
Le tendieron una trampa
en su camino de luz,
atropellando su estampa
cegándola a contraluz.
Aquel viento huracanado
como un ciclón la envolvió,
y su amor enamorado
su corazón despojó.
No pudo evadir los trances
que en la vereda encontró,
temiendo sufrir percances
su alma a Satán le entregó.
Jugaba siempre con fuego
y el fuego la consumió,
como árbol seco sin riego
que aquel labriego quemó.
Cruzó muchas tempestades
vientos, ríos y neblina;
también mares y maldades
y del mal fue concubina.
Está desaparecida
¿Quiénes la podrán buscar?
Y si la encuentran con vida
esperanzas ha de dar.
Encontrarla no es tan fácil
muerta quizá ella estará,
su existencia se hizo grácil
la conciencia llorará.
Paulatina fue su muerte
tiñendo el cañaveral,
en lo oscuro de su suerte
su nombre: ¡Ética y Moral!