Tomaste tu sombrero de llantos
tu alto vuelo quejumbroso.
Veo que has sido una torre de Babel,
dejando saber todos tus lenguajes
con una lengua de plática sutil,
un sonido de signos seductores francés
que abrazó a mi alma
y encendía la llama de la piel.
Dejaste un sonido de signos
de corte inglés, a la hora del diálogo,
la cortesía en el comedor, en los cafés
y en la cama.
Dejaste tu Barbarie, sonido de signos
de improperios e impulsivos. Sólo para
desahogarte de tus demonios.
En tus manos se me quedó:
Letras ajenas de un Sabines,
en tus ojos los desnudos de Caballero,
en tu alma todos los juegos de Cortázar.
Quisiste dejar…,
para tus noches
una Claribel Alegría,
para tu cuerpo
Una Storni.
D.Valencia