Dulces gorjeos oigo en la madrugada
de un sonrosado amanecer de abril,
sus acordes hieren mi corazón
cual bífido filo de un bisturí.
En el alegre despertar del día
rojos acordes hienden el aura,
¡ah aceradas flechas del amor
que como dardos os claváis en mi alma!
Los colorados murmullos del viento
en sus alas me traen una tonada,
son las últimas palabras de amor
que huyeron de los labios de mi amada.
Amenos sones oigo en la mañana
que reavivan el fuego que sentí,
sus llamas ya sólo son el rescoldo
de aquel arrebato que yo sufrí.
Aromas de nostalgia